lunes, agosto 17, 2009

Mi (mala) educación


De vuelta al este blog (después de mucho tiempo), debo mencionar que existe un tema que no me deja avanzar tranquilamente por el terreno destas escrituras: se trata de la educación (amplia consideración, si tomamos en cuenta que está
bien de moda hablar de ella). Por ello no he podido escribir, por la infinidad de aristas y categorías que podría impulsar una reflexión que se preciara de sí. Así que intentaré hablar desde esta experiencia (mía), dejando de lado la autocensura.



Desde el 2007 hago clases de lenguaje en un preuniversitario social (José Carrasco Tapia); aquello, en general, le parece raro o, incluso, fuera de lugar (¿hay lugar? debería replicar yo), a quienes me conocen y me han preguntado alguna vez. Sí, hago clases de lenguaje, estudio ingeniería, gracias, me fue bien en dicha prueba y me creo bueno enseñando. Luego de aquel provecho intercambio me lamento terriblemente de nuestra (me incluyo) miopía académica, de creer en la absurda separación entre ciencias y humanidades de personas que poco saben de cualquiera de ellas. Contribuimos a generar la separación y a volvernos ignorantes, reproduciendo el utilitarismo en los colegios que educan a la sociedad. Hago clases y me parece sumamente entretenido, el espacio de un juego de rol cuyas reglas no acabo por descifrar, convertirme en un payaso, un mago o un severo verdugo no son tarea sencilla, y detrás está la convicción de aplicar el amor, de buscar motivos más grandes que el aumento en 50 puntos, de generar expectativas (una mirada más amplia y diferenciada). Muchas veces me canso, a veces me río, nunca dejo de pensar en el proceso de su (y mi) aprendizaje; es complejo intentar mirar dentro de sus preocupaciones, las aprehensiones que el sistema les facilita, y al mismo tiempo darle coherencia a un proyecto que puede soportarse en la teoría, pero que en la práctica tiene otro aspecto; es complejo, y a la vez fascinante, porque te pone frente al sentido y te hace dudar como nunca. Dejo más de 5 horas semanales a un trabajo voluntario que no busca satisfacciones personales ni construye techos para Chile. Comparto más de 3 horas semanales con personas que están en búsqueda de posibilidades (no son niños, aunque toda nuestra sociedad padezca de una profunda infantilización), de emancipación, de sentido, de trabajo, de estatus, ymilcosasmás.

Hacer clases particulares es otro cuento. Generar ingresos y disfrutar de un aprendizaje significativo (para ambos) es valioso y de una categoría tan distinta a la anterior que las dudas toman un cuerpo más visible.

Me queda por mencionar - para una proxima entrega - el trabajo teórico con las políticas educativas y como, al entrar en contacto con la realidad, mi visión se ha ido conformando orgánicamente durante el último tiempo.


PS: I like Invader Zim