sábado, julio 03, 2010

La sierpe de mis sueños

(Escrito hace algunos meses)



La calidad y originalidad de mis sueños no deja de sorprenderme, aunque debo admitir que, a veces, el argumento se presenta de manera tan rebuscada que la memorización (y posterior escritura) se hace compleja. Recientemente, durante una siesta tuve un sueño doble (o con repetición): así llamo yo a los sueños en que una o varias escenas se repiten y puedo modificarlas bajo cierta voluntad (el tener o no conciencia del sueño es algo aparte). En el sueño, aparecen muchas serpientes, en un amplio lugar de campo, frente a un personaje que huye de tres o cuatro hombres armados (alguna especie de mafiosos). Las serpientes, algunas cobras entre ellas, atacan al personaje y lo matan. De alguna forma me siento como si yo fuera tal personaje y sufro su dolor, pero también descubro que yo soy otro, el amante de una de las dos chicas que observan la escena. Un tren azul que se desplaza cercano choca contra un camión y crea un enorme caos. En la versión alternativa de la escena, en la que me comporto como un director que tiene acceso a ser personaje libremente, salvamos al chico que corre, y descubrimos que la chica es bisexual, en última instancia, al besar y acariciar a su compañera (una mujer que siempre la acompaña). La sensualidad representada me deja paralizado. Yo, como director, cambio la dirección del tren y evito su colapso, dejando antes, sobre las vías, una moneda de ciencuenta pesos chilenos para que sean aplastados. Luego, la chica entra, a medio vestir, en un auto y yo entro con ella. Despierto.

El significado habitual que se atribuye a las serpientes es el del deseo sexual, pero también el de la sabiduría, la energía latente y que está por despertar.

Anoche soñé que domaba a un tigre blanco en medio de un desierto; usando movimientos casi chamánicos (por decirlo de alguna manera), asustaba al animal y corría tras él, también me dejaba perseguir y corría, me balanceaba, le mostraba mis dientes. Tras un feroz combate psicológico, conseguía dejarlo asustado en el suelo, entonces me acercaba cariñosamente para cobijarlo y lo llevaba a la ciudad, donde se transformaba en hombre. A veces, él perdía un poco la razón y volvía a sentirse un tigre.

Durante este año, soñé terremotos y maremotos. El año pasado, la noche del 15 de noviembre, soñé con una enorme ballena.