lunes, diciembre 20, 2010

Metáfora

La mayoría de las veces dejo mis reflexiones en la intimidad de mi escritura privada, el diario de vida que no consigue escribirse a diario, que prescinde del lápiz y el papel, trasladándose espacialmente hacia las regiones del movimiento. Ciertamente, la animación de la palabra pensada adquiere cualidades experenciales para el otro, es decir para tí, lector. Con mayor o menor atención, emerge la comunicación y una estructura distinta, siempre metafórica.

Considerando nuestro natural pensar metafórico, se debe advertir el peligro de reemplazar lo conocido por lo desconocido en la apuesta por creer que se conoce lo que tiene límites , más bien, ambiguos. Por ejemplo, al utilizar la metáfora del árbol de las ciencias, pierdo de vista la posibilidad de que éstas existan con independencia. Evidentemente, ha simplificado el pensamiento y la manera de hacer las cosas, convirtiendo lo abstracto en una cosa concreta; semejante transformación, desde el punto de vista macro, es la ideología. La Verdad (y no las verdades menores construidas artificialmente (la matemática, el derecho, la RAE)), siempre inaccesible, puede ser ignorada. Pero el mundo, con sus metáforas coyunturales, tiene una dinámica observable absolutamente, que se hace carne y se convierte en políticas oficiales, producción cultural, mercado.

Cada vía metafórica guarda en su seno una posibilidad de mundo. Y cada vía es, a la vez, todas las vías concretas para llegar a ella.

martes, octubre 12, 2010

12 de Octubre

Día de la raza o día del descubrimiento de dos mundos o día de olvidar 500 años de explotación. El rescate de los mineros desborda las pantallas y se convierte en tema obligado, la náusea que nos provoca su marketing (gubernamental) no es suficiente, seguiremos siendo abúlicos lectores de su espectáculo. La mediatización se hace negocio y se cierra el círculo productivo de la desgracia ajena.

lunes, octubre 11, 2010

Socialismo y cultura


Antonio Gramsci

[29-I-1916; I.G.P.; S.G. 22-26]


Nos cayó a la vista hace algún tiempo un artículo en el cual Enrico Leone, de esa forma complicada y nebulosa que le es tan a menudo propia, repetía algunos lugares comunes acerca de la cultura y el intelectualismo en relación con el proletariado, oponiéndoles la práctica, el hecho histórico, con los cuales la clase se está preparando el porvenir con sus propias manos. No nos parece inútil volver sobre ese tema, ya otras veces tratado en el Grido y que ya se benefició de un estudio más rigurosamente doctrinal, especialmente en la Avanguardia de los jóvenes, en ocasión de la polémica entre Bordiga, de Nápoles, y nuestro Tasca.

Vamos a recordar dos textos: uno de un romántico alemán, Novalis (que vivió de 1772 a 1801), el cual dice: "El problema supremo de la cultura consiste en hacerse dueño del propio yo trascendental, en ser al mismo tiempo el yo del yo propio. Por eso sorprende poco la falta de percepción e intelección completa de los demás. Sin un perfecto conocimiento de nosotros mismos, no podremos conocer verdaderamente a los demás".

El otro, que resumiremos, es de G. B. Vico. Vico (en el Primer corolario acerca del habla por caracteres poéticos de las primeras naciones, en la Ciencia Nueva) ofrece una interpretación política del famoso dicho de Solón que luego adoptó Sócrates en cuanto a la filosofía, "Conócete a ti mismo", y sostiene que Solón quiso con ello exhortar a los plebeyos --que se creían de origen animal y pensaban que los nobles eran de origen divino-- a que reflexionaran sobre sí mismos para reconocerse de igual naturaleza humana que los nobles, y, por tanto, para que pretendieran ser igualados con ellos en civil derecho. Y en esa conciencia de la igualdad humana de nobles y plebeyos pone luego la base y la razón histórica del origen de las repúblicas democráticas de la Antigüedad.

No hemos reunido esos dos textos por capricho. Nos parece que en ellos se indican, aunque no se expresen ni definan por lo largo, los límites y los principios en los cuales debe fundarse una justa comprensión del concepto de cultura, también respecto del socialismo.

Hay que perder la costumbre y dejar de concebir la cultura como saber enciclopédico en el cual el hombre no se contempla más que bajo la forma de un recipiente que hay que rellenar y apuntalar con datos empíricos, con hechos en bruto e inconexos que él tendrá luego que encasillarse en el cerebro como en las columnas de un diccionario para poder contestar, en cada ocasión, a los estímulos varios del mundo externo. Esa forma de cultura es verdaderamente dañina, especialmente para el proletariado. Sólo sirve para producir desorientados, gente que se cree superior al resto de la humanidad porque ha amontonado en la memoria cierta cantidad de datos y fechas que desgrana en cada ocasión para levantar una barrera entre sí mismo y los demás. Sólo sirve para producir ese intelectualismo cansino e incoloro tan justa y cruelmente fustigado por Romain Rolland y que ha dado a luz una entera caterva de fantasiosos presuntuosos, más deletéreos para la vida social que los microbios de la tuberculosis o de la sífilis para la belleza y la salud física de los cuerpos. El estudiantillo que sabe un poco de latín y de historia, el abogadillo que ha conseguido arrancar una licenciatura a la desidia y a la irresponsabilidad de los profesores, creerán que son distintos y superiores incluso al mejor obrero especializado, el cual cumple en la vida una tarea bien precisa e indispensable y vale en su actividad cien veces más que esos otros en las suyas. Pero eso no es cultura, sino pedantería; no es inteligencia, sino intelecto, y es justo reaccionar contra ello.

La cultura es cosa muy distinta. Es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes, Pero todo eso no puede ocurrir por evolución espontánea, por acciones y reacciones independientes de la voluntad de cada cual, como ocurre en la naturaleza vegetal y animal, en la cual cada individuo se selecciona y específica sus propios órganos inconscientemente, por la ley fatal de las cosas. El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, y no naturaleza. De otro modo no se explicaría por qué, habiendo habido siempre explotados y explotadores, creadores de riqueza y egoístas consumidores de ella, no se ha realizado todavía el socialismo. La razón es que sólo paulatinamente, estrato por estrato, ha conseguido la humanidad conciencia de su valor y se ha conquistado el derecho a vivir con independencia de los esquemas y de los derechos de minorías que se afirmaron antes históricamente. Y esa conciencia no se ha formado bajo el brutal estímulo de las necesidades fisiológicas, sino por la reflexión inteligente de algunos, primero, y, luego, de toda una clase sobre las razones de ciertos hechos y sobre los medios mejores para convertirlos, de ocasión que eran de vasallaje, en signo de rebelión y de reconstrucción social. Eso quiere decir que toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas a través de agregados humanos al principio refractarios y sólo atentos a resolver día a día, hora por hora, y para ellos mismos su problema económico y político, sin vínculos de solidaridad con los demás que se encontraban en las mismas condiciones. El último ejemplo, el más próximo a nosotros y, por eso mismo, el menos diverso del nuestro, es el de la Revolución francesa. El anterior período cultural, llamado de la Ilustración y tan difamado por los fáciles críticos de la razón teorética, no fue --o no fue, al menos, completamente-- ese revoloteo de superficiales inteligencias enciclopédicas que discurrían de todo y de todos con uniforme imperturbabilidad, que creían ser hombres de su tiempo sólo una vez leída la Gran enciclopedia de D'Alembert y Diderot; no fue, en suma, sólo un fenómeno de intelectualismo pedante y árido, como el que hoy tenemos delante y encuentra su mayor despliegue en las Universidades populares de ínfima categoría. Fue una revolución magnífica por la cual, como agudamente observa De Sanctis en la Storia della letteratura italiana, se formó por toda Europa como una conciencia unitaria, una internacional espiritual burguesa sensible en cada una de sus partes a los dolores y a las desgracias comunes, y que era la mejor preparación de la rebelión sangrienta luego ocurrida en Francia.

En Italia, en Francia, en Alemania se discutían las mismas cosas, las mismas instituciones, los mismos principios. Cada nueva comedia de Voltaire, cada pamphlet nuevo, era como la chispa que pasaba por los hilos, ya tendidos entre Estado y Estado, entre región y región, y se hallaban los mismos consensos y las mismas oposiciones en todas partes y simultáneamente. Las bayonetas del ejército de Napoleón encontraron el camino ya allanado por un ejército invisible de libros, de opúsculos, derramados desde París a partir de la primera mitad del siglo XVIII y que habían preparado a los hombres y las instituciones para la necesaria renovación. Más tarde, una vez que los hechos de Francia consolidaron de nuevo la conciencia, bastaba un movimiento popular en París para provocar otros análogos en Milán, en Viena, y en los centros más pequeños. Todo eso parece natural, espontáneo, a los facilones, pero en realidad sería incomprensible si no se conocieran los factores de cultura que contribuyeron a crear aquellos estados de ánimo dispuestos a estallar por una causa que se consideraba común.

El mismo fenómeno se repite hoy para el socialismo. La conciencia unitaria del proletariado se ha formado o se está formando a través de la crítica de la civilización capitalista, y crítica quiere decir cultura, y no ya evolución espontánea y naturalista. Crítica quiere decir precisamente esa conciencia del yo que Novalis ponía como finalidad de la cultura. Yo que se opone a los demás, que se diferencia y, tras crearse una meta, juzga los hechos y los acontecimientos, además de en sí y por sí mismos, como valores de propulsión o de repulsión. Conocerse a si mismos quiere decir ser lo que se es, quiere decir ser dueños de sí mismo, distinguirse, salir fuera del caso, ser elemento de orden, pero del orden propio y de la propia disciplina a un ideal. Y eso no se puede obtener si no se conoce también a los demás, su historia, el decurso de los esfuerzos que han hecho los demás para ser lo que son, para crear la civilización que han creado y que queremos sustituir por la nuestra. Quiere decir tener noción de qué es la naturaleza, y de sus leyes, para conocer las leyes que rigen el espíritu. Y aprenderlo todo sin perder de vista la finalidad última, que es conocerse mejor a sí mismos a través de los demás, y a los demás a través de sí mismos.

Si es verdad que la historia universal es una cadena de los esfuerzos que ha hecho el hombre por liberarse de los privilegios, de los prejuicios y de las idolatrías, no se comprende por qué el proletariado, que quiere añadir otro eslabón a esa cadena, no ha de saber cómo, y por qué y por quién ha sido precedido, y qué provecho puede conseguir de ese saber.

domingo, octubre 03, 2010

Reflexión

Las personas tienden (pero hay que decir “tendemos”) a complicarse la vida, acostumbrados a una mímesis de larga data, de un teatro particular, imitación de lo imitado, exageración de los rasgos y la actitud; por eso los dioses, creados a imagen y semejanza nuestra, convertidos en el pulso de la historia, poseen el estatus de referencia, o de marca, dicho de otro modo. Esta virtualidad real, más bien proyecto que proyección, incuba la posibilidad de todas las causas, un punto Aleph susurrándonos, desde ninguna parte, que en esa complicación estriba nuestra capacidad de ser.

viernes, septiembre 24, 2010

Magnetismo

Llegaba de madrugada y escuchaba mis casets en la radio, encerrado en la pieza. Como aún estaba ebrio y olía a alcohol, iba por un vaso de agua, me lavaba los dientes y me dejaba puesto un pantalón viejo y una polera desteñida que usaba para dormir. Escuchaba las canciones que grababa desde la radio, imaginando un programa fantasma, conducido por un personaje azaroso, perdido en la niebla de aquellas horas cercadas por el silencio. No fueron mis primeros experimentos radiales, ni serían los últimos. De niño inventaba historias que no alcanzaba a poner por escrito, pero que en la vieja radio grabadora conseguían configurarse llenas de sentido, mundos fonéticos a los que aquel sonido oscuro, terroso, ajeno, daba textura, personalidad. Y parecía tan cercana la posibilidad de hacer llegar las palabras a otros cuantos, siempre de noche (era la única manera en que se podía concebir) y como un susurro llegando desde muy lejos. Quizás ahora, con más facilidades, se me hace una actividad demasiado transparente y descubierta; las twitcams y podcast no son de una gran visibilidad mediática, pero alcanza para borrar los rincones de complicidad que antes parecían imposibles.

Viernes. Sábado. A veces llegaba más temprano o simplemente no salía, y entonces me quedaba leyendo, apoyado contra la pared como estoy ahora. También tomaba nota de las líneas de tiempo construidas de manera salvaje en los viajes en micro, completadas cuando legaba la noche y no había otra cosa que pensar. Los mundos que fui creando se convirtieron, después, en la arena para los juegos de rol que jugué como director. Tenía un cuaderno de personajes que maduraron conmigo, algunos desaparecieron, otros quedaron adheridos a los cuentos permanentes.

Me gustaban las cosas sencillas como aquella y hay algo en esto que se revela como lo esencial, como la dirección de la brújula que llevo dentro. Para comunicar, hay que volver a la soledad, a la oscuridad eléctrica de nuestro propio soundtrack.

viernes, septiembre 17, 2010

La Mar

Llueven las naves furiosas, embriagadas del Atlántico. Es la matria que olvidó los naufragios y cristalizó la tragedia de los pueblos, la mar que en días más aciagos detuvo la sangre de la ciudad sumergida. La noche golpea en su pecho y se detiene el funcionamiento de la maquinaria pesada. Los esclavos izan la bandera, oyendo el clamor arquetípico.

miércoles, septiembre 01, 2010

Gárgolas

Después de un rico almuerzo y antes de volver a estudiar, dedicaré algunos minutos a contarles parte del sueño que tuve anoche:

Vivo en una casa enorme, tiene pasillos secretos y oculta misterios; una tarde en que se realiza una reunión familiar, me ausento por un momento, las voces se multiplican, las risas van de una habitación a la otra, los niños pequeños juegan a las escondidas. Desde una ventana vigilo la calle y tengo una visión sobrenatural, este lugar, sobre el que está construida la mansión, perteneció a un rey medieval, y el cerro sobre el que se yergue el edificio tiene túneles subterráneos y húmedos calabozos. Llueve y la visión se hace más portentosa; en lugar de encontrarme en mi salón habitual, me veo al interior del castillo, me parece ver a una figura espiándome tras las ventanas. Vuelvo a la realidad de un sobresalto, el viento de tormenta agita los vidrios, caen rayos en una de nuestras instalaciones eléctricas. Bajo con rapidez hasta la biblioteca y saco los libros de los anaqueles, fuera de mí, poseído por una extraña sensación de no pertenecer a este tiempo, entonces descubro uno de aquellos pasillos soñados y entro en una enorme alacena termina en forma triangular hacia una puerta de hierro, oigo ruidos tras ella y, al abrirla, no sin un gran esfuerzo corporal, dos cachorros felinos, de pelaje oscuro salen a recibirme, su cuerpo es diminuto y, sin embargo, dan grandes saltos, muestran garras afiladas y ostentan una extraña retuberancia sobre el lomo, aseguraría que se trata de algún tipo de pantera, pero sus ojos. Sus ojos expresan un fuego asesino. Pronto advierto que no estoy a solas y un viejo de barba y pelo cano me regaña con la mirada. Son gárgolas, me dice, muy pequeñas, y en algunos meses más serán enormes y con sus alas custodiarán nuestras tierras, pero por ahora deben permanecer encerradas para que la magia haga su efecto. Sin que me lo diga, me propongo devolver a estas pequeñas bestias al interior de la caverna que, ahora sé, se oculta tras la pesada puerta de hierro, pero es en vano, su fuerza supera con creces mis intentos, en cuanto tengo a una de ellas debo lanzarla al interior, pero antes de que consiga levantar a la otra, ya ha dado un brinco hasta la alacena. Algo no anda bien, los ruidos de tormenta llegan hasta donde me encuentro y las gárgolas se inquietan, parecen enfurecidas, una de ellas salta sobre mí, dándole arañazos a mi espalda, la otra sube por mi antebrazo hasta el cuello. Me hacen un daño terrible. Me siento caer. Vuelvo a la realidad del sueño y la reunión familiar. La lluvia amainó. Salgo a tomar aire, y en las paredes de esta antigua construcción las veo protegiendo la entrada principal, dos enormes panteras aladas, de piedra, la mirada terrible, los dientes sangrientos.

sábado, julio 03, 2010

La sierpe de mis sueños

(Escrito hace algunos meses)



La calidad y originalidad de mis sueños no deja de sorprenderme, aunque debo admitir que, a veces, el argumento se presenta de manera tan rebuscada que la memorización (y posterior escritura) se hace compleja. Recientemente, durante una siesta tuve un sueño doble (o con repetición): así llamo yo a los sueños en que una o varias escenas se repiten y puedo modificarlas bajo cierta voluntad (el tener o no conciencia del sueño es algo aparte). En el sueño, aparecen muchas serpientes, en un amplio lugar de campo, frente a un personaje que huye de tres o cuatro hombres armados (alguna especie de mafiosos). Las serpientes, algunas cobras entre ellas, atacan al personaje y lo matan. De alguna forma me siento como si yo fuera tal personaje y sufro su dolor, pero también descubro que yo soy otro, el amante de una de las dos chicas que observan la escena. Un tren azul que se desplaza cercano choca contra un camión y crea un enorme caos. En la versión alternativa de la escena, en la que me comporto como un director que tiene acceso a ser personaje libremente, salvamos al chico que corre, y descubrimos que la chica es bisexual, en última instancia, al besar y acariciar a su compañera (una mujer que siempre la acompaña). La sensualidad representada me deja paralizado. Yo, como director, cambio la dirección del tren y evito su colapso, dejando antes, sobre las vías, una moneda de ciencuenta pesos chilenos para que sean aplastados. Luego, la chica entra, a medio vestir, en un auto y yo entro con ella. Despierto.

El significado habitual que se atribuye a las serpientes es el del deseo sexual, pero también el de la sabiduría, la energía latente y que está por despertar.

Anoche soñé que domaba a un tigre blanco en medio de un desierto; usando movimientos casi chamánicos (por decirlo de alguna manera), asustaba al animal y corría tras él, también me dejaba perseguir y corría, me balanceaba, le mostraba mis dientes. Tras un feroz combate psicológico, conseguía dejarlo asustado en el suelo, entonces me acercaba cariñosamente para cobijarlo y lo llevaba a la ciudad, donde se transformaba en hombre. A veces, él perdía un poco la razón y volvía a sentirse un tigre.

Durante este año, soñé terremotos y maremotos. El año pasado, la noche del 15 de noviembre, soñé con una enorme ballena.

domingo, junio 27, 2010

Lector

¿Quién es el lector que decide dar saltos hasta esta página de silencios? ¿Qué lector es este, que no replica, no grita ni exige? ¿Cuál es su figura, su semblante, su aire? ¿Qué respiras, lector? ¿Qué curiosa manifestación construye tu postura?

¿Son tus manos, la inocencia? - pregunto en nombre de la cordillera, ¿es tu cuerpo la tierra húmeda? ¿miente la primavera? Te advierto que todo acá es movimiento, las palabras pueden echar raíces y habitar la sangre. Los relojes se doblan y un túnel sin salida congela el compás de tu marcha.

***

Luchar con el lector, embestirlo, mantenerlo ocupado en el borde de las cosas. Disipar las salidas y oscurecer el cielo. Sólo desde el combate, enfrentamiento arquetípico, surge la sincronía de una marcha cósmica.

Pero sabes que se trata de una guerra aparente, una invocación a las piedras, letanía de los signos. Sí, es un baile de máscaras enunciando el velo, una niebla capaz de desterrar de su templo al reinado de las certezas. Lectores, sí, pero ávidos de los rincones más oscuros. Sólo tras ellos, la vulgar experiencia encontrará solaz y fortaleza.

miércoles, junio 23, 2010

Para hacer bailar a una muchacha en camisa

Tómese mejorana silvestre, orégano puro, tomillo silvestre, verbena, hojas de mirto junto con tres hojas de nogal y tres tallos pequeños de hinojo, todo lo cual será recogido la noche de San Juan en el mes de junio y antes de que salga el sol. Deberán secarse a la sombra, molerlas y pasarlas por un fino tamiz de seda, y cuando se quiera llevar a cabo este agradable juego, se soplará el polvo en el aire allí donde esté la muchacha para que lo respire, o se le hará tomar como si fuera polvo de tabaco; el efecto se manifestará de inmediato. Un famoso autor agrega que el efecto será tanto más infalible si esta traviesa experiencia se lleva a cabo en un lugar donde ardan lámparas alimentadas con grasa de liebre y de macro cabrío joven.


- Julio Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos

lunes, junio 14, 2010

Lex Natura

No es la escritura sino
la tura
de las bibliotecas
el arrimo de los acertijos y
el polvo
el bendito polvo
transmutación de la sangre
que el mago conjura
es la silueta espejeada de
los caracoles
el silencio espiral
el pico de los cuervos
su semblante adherido a las catedrales
eregidas
con oceánica fuerza

no es la escritura sino
el pulso
zigzagueante
del cíclope lozano

hablemos desde la tierra
ungiéndonos el vientre
para humedecer
el corpus

savia

sábado, mayo 15, 2010

Mayo catorce

si me ves bajo la lluvia

detenido

interrogando a las nubes

o tomando rutas

aleatorias


si me ves

oscurecer por un instante

ante la espía

de los edificios


si me ves bajo la lluvia

bermellón

que enciende mis mejillas

y prefiero

los vahos suspendidos

de un café

a un cine rotundo

y húmedo


acerca el cristal

de tu sonrisa

y aguarda el silencio

acelerado

de la nata fragancia


me verás

escrutando las calles

anegadas

de un color como la hierba


y entornaré los ojos riendo

al pensar en las hojas de otoño

jugando con los dedos

en alguna cabaña

perdida

hasta que todas las lunas

reflejen el mutismo

de los pinos


y entonces

verás mis ojos empapados

de una fuerza corrosiva


lunes, mayo 03, 2010

Memoria extendida

Comencé a leer “Supersizing the mind” (Andy Clark) y nunca había cobrado tanto sentido esta reflexión inicial:

Consider this famous exchange between the Nobel Prize–winning physicist Richard Feynman and the historian Charles Weiner. Weiner, encountering with a historian’s glee a batch of Feynman’s original notes and sketches, remarked that the materials represented “a record of [Feynman’s] day-to-day work.” But instead of simply acknowledging this historic value, Feynman reacted with unexpected sharpness:

“I actually did the work on the paper,” he said.

“Well,” Weiner said, “the work was done in your head, but the record of it is still here.”

“No, it’s not a record, not really. It’s working. You have to work on paper and this is the paper. Okay?” (from Gleick 1993, 409)


domingo, abril 18, 2010

Vocación

Ten a Ítaca fija ante la mente.

Llegar allí es tu Vocación. No debes,

sin embargo, forzar la travesía.


- K. Kavafis

sábado, marzo 13, 2010

Credo político

Durante el último tiempo, aquella parte de la izquierda de la clase dominante, organizada en la concertación y toda su periferia política, se fue desmembrando y perdiendo el vigor que alguna vez la caracterizó, se anquilosó el discurso y las prácticas se vieron mermadas, en ocasiones, por la ineficiencia, la falta de integración ciudadana en la construcción política y el vértigo de las tendencias económicas. Sin las fuerzas suficientes, perdió el poder y el pueblo democrático volvió a elegir; Chile (con sus divisiones históricas, valóricas, sociales y culturales) eligió a un presidente de derecha, y con ello también eligió una participación ideológica diferente. Es cierto, el aparato estatal permanecerá, y ahora bajo nuevas formas de control. El ejercicio gubernamental tendrá un cariz gerencial y una eficiencia y ánimos no vistos en años. Pese a esto, los valores que representa este nuevo gobierno difieren de los míos; tampoco coinciden con los promovidos por la concertación, pero éstos, al menos, se acercan a una comprensión más humana de la sociedad: solidaria, inclusiva. Creo en el amor, creo en el ser humano y su capacidad para vivir en paz, de manera sustentable y fraternal.

Creo en la unidad / pero no aquella que se intenta imponer desde la hegemonía cultural

Creo en Chile y en el pueblo / pero también creo en un mundo que no esté dividido por las fronteras

Creo en la pacificación universal / y en la humildad del hombre

Creo en las personas / solidarias con el próximo

Creo en la poética de la política / y los poetas hablarán por los mudos

Creo en la familia / porque mientras exista, entendida como un espacio de amor y convivencia sin distinciones sexuales, raciales, ni de número ni calidad, existirá la colectividad y el esfuerzo común

Creo en el liderazgo / cuando sirve al propósito de hacer de éste un mundo mejor y no al afán personal o meramente directivo-empresarial

Creo en la eficiencia / cuando no se busca maximizar la utilidad sino permitir las mejores condiciones para la existencia digna y humana

Creo en el crecimiento económico y en el desarrollo / sustentable e integrado

Creo en la oposición y la dialéctica / constructiva

Creo en una cultura crítica / y propositiva / teórica y pragmática

Creo en la polifonía cultural, el color, en la tierra que remece el corpus de nuestra identidad. Creo en la autorganización y el desprendimiento del poder, creo en la representación de las mayorías, quienes que buscamos la felicidad y el amor en los otros. Creo en el desarme total y poético de toda forma de violencia contra el ser humano. Creo en el amor, ante todo.

lunes, febrero 08, 2010

Espiral

Esta será la entrada más larga que haya escrito jamás en el espacio flotante de la red (espacio definido por un conjunto de signos reunidos bajo mi regencia). Es el dictado no aleatorio de mi conciencia, un profundo ejercicio reflexivo en el que pretendo extenderme de manera no acostumbrada. Mi pensamiento, expuesto, desnudo, como se le conoce desde dentro. Entrada larga, en espiral, resorte capaz de contener energía en su compresión, exégesis del pensamiento de la dimensión temporal de una palabra 2D.

Frente a la velocidad, encargada de anular el espacio y extender las conexiones infinitamente, frente a la neurosis colectiva y su polis desefrenada, estética especular, espejada a la sombra de quienes habitamos en ella sin tener parte en su discusión, frente a la pornografía de los sentidos y la máscara ritual desplazada fuera del juego, frente al triste deceso de todo lo sagrado, debe erguirse el verbo. Sin embargo, no quemaremos las naves.

- Tampoco construiremos otras naves - pienso, de pie en el metro. Hace calor y preferiría un viaje a solas en un vagón vacío. Pienso las rutas y caminos posibles, pienso el silencio, pienso el ligamento ciliar y la profundidad de tus ojos. Bajo el Salvador, pero también en Baquedano y Tobalaba (pero de estos trenes ya no se baja uno, más bien se sube hacia el andén, bajar o subir al tren se confunden). Subo en cada una de las posibilidades, combino hacia la infinitud. Cruzo el puente arqueado, a un lado del café literario de Salvador, combino en Tobalaba hacia el sur, voy hacia el norte desde Baquedano. Llego a Pío Nono desde Santa María, bajo en Bellas Artes y sigo hacia el sur. No construiremos otras naves; los pasos quedarán marcados en el mapa y al verlos descubriremos los rincones que nunca hemos pisado, el espacio nunca habitado por nuestro peso. Deconstruiremos la ciudad y arrancaremos la substancia social. Cuando llegué a Santiago no imaginé que decantaría por una poética de sus calles, tampoco es que pensara mucho en esos términos, pero sí soñaba la intuición de lo que ahora es una forma viva, palpable. No había internet ni celulares, toda la diversión estaba en los mundo imaginarios de la infancia, y la comunicación era entrar en el mundo de los otros. Jugar es un principio de integración social, de configuración de mundo: aceptar las reglas, aprender, modificar, recrear. El juego me tiene andando entre las estaciones Pedro de Valdivia y Los Leones, mirando al espejo que se crea en el vidrio de la puerta, hacia el resorte infinito que nos trae de vuelta al nosotros. La miro sin que me mire, sin que ella (la del espejo) vea al de acá; si me sonríe sabré que aparenta una sonrisa a espaldas mías, si volteo la cabeza, la veré estudiándose la punta de los pies o haciéndome frente. Si me hace frente debo ser un tigre agazapado y observar el simulacro hasta acabar el trayecto. Nadie gana, sino que reimos. El juego, como el tiempo, termina por diluirse hasta confundirse con la realidad.


La ciudad también debe ser el puerto, Valparaíso, ciudad natal. Recorrer el espacio orquestado entre los cerros, el color de las costumbres, el horizonte marítimo impregnado como tinta a orillas de la playa, sobre las rocas, en los hilos que conducen como calles hasta el corazón del cerro Placeres, donde se tejió mi infancia, el lugar de mis padres y abuelos, donde conocí a Daniel, amigo natal, forja de una amistad en la dualidad Piscis-Aries. Los bosques eran lo suficientemente grandes para mis sueños, para imaginar el mundo y reconstruirlo. Viajaba desde Concepción a Valparaíso, a veces tomábamos el tren hasta Santiago y luego un bus. Le tengo mucho cariño a los trenes, al mural de la estación en Concepción, a los viajes nocturnos, mirar por la ventana hacia la oscuridad espesa. En el metro hay una oscuridad invisible, las luces configuran un día-noche permanente, aquí no hay tiempo, como tampoco lo hay en los besos, como en la infancia, como en el sueño. Pienso en la tierra que embarró mis manos y ropas, pienso en la tierra nata y la metáfora de dos amantes (o enemigos) que desataron los nudos de nuestra historia.

Nuestra tierra nata


Amanecer florente

de nahuel y somoros

en la tierra nata

solvaturas iqueístas

hora hora hora

aclamación fija de tu geografía / emerge tu voz / hermante

ordena el cosmos de tus costumbres / hasta la ensaña corriente / ósea

Somoros somorifa de sur a norte / (re)verberancia

Nahuel ocre y otiliza

Sum sum sum

Se figura la carne / masiva / de todos los fuegos


Los fuegos queman la carne y sé que nuestra historia íntima se replica fractalmente en la ciudad, en el país, en las guerras y el arte primitivo, en las disputas de los dioses y en la novela jamás escrita de todos mis encuentros, del amor y el dolor, de mis reflexiones soberanas acerca del poder. Al final, todo se reduce a amar, he mencionado; motor del mundo antes de su corrupción sobre nuestro cuerpo. Cuerpo de nuestra escritura: las palabras pueden provocar un daño terrible y, sin embargo, también pueden sanar. Hay lecturas que sanan el alma y traen felicidad; las diversas lecturas que hacemos del mundo cambian nuestro modo de movernos en él. Porque nos movemos de acuerdo a lo que vemos, a cómo leemos, curiosa paradoja pues la habilidad para leer ha adaptado un recurso motriz de nuestro cerebro.




El espectro visual de toda sensibilidad es una aproximación semántica. Es decir que al escribir las cosas que uno percibe, cambian de tono, de color, se organizan en la estructura gramatical (generativa, si tal cosa existe) y adquieren otra fuerza. Cierto día, un sabio monje tuvo un sueño: un hermoso caballo negro era devorado por las hormigas, mientras la sombra de un árbol se alargaba poco a poco hasta cubrir toda la escena, al despertar el monje sintió que era incapaz de oír cualquier cosa pero fue algo pasajero. El sueño íntegro quedó documentado en un extenso libro chino, pero la interpretación (si acaso hubo alguna) se perdió con los años, desfigurándose en la tradición oral. Cosas como éstas nunca acabaremos por entenderlas. Entender es similar a darse imágenes de cómo yo veo el mundo que me rodea, cómo adopta una forma tras la velocidad. 7 de junio del 2003, la plaza a oscuras, ninguna luz que nos proteja de lo inevitable, se oyen autos y buses, está oscuro pero no tememos a nada. 3 de enero del 2002, la fila era enorme en el cine, ese día se mezcla la tragedia del llanto con la fabulosa vida infantil-adolescente. 13 de febrero del 2006, solo y ausente, me levanto y termina la hospitalización, el dolor continúa ahí, todo el dolor. Septiembre, año 2000, el temor de verme enfrentado a crecer, de verme sin la voluntad que quería, ese año decidí ser fuerte y no dejarme vencer, un niño que llora y lee en silencio, no dejarse vencer. No dejarse vencer, no dejarse vencer. 1995, llegué a Maipú, cuna de la patria, dicen. El padre, la guerra y la sangre. Maipú me vio emerger a la ciudad, salir de caminatas cuando aprendía que, de cierta forma, el colegio no era para mí, que mi educación pervertía mi discurso infantil, que aborrecía la autoridad. Fue ahí cuando pensé en hacerme un profesional del rasgado de vestiduras. El niño contra el mundo, quien deja de creer en la bipolaridad de los adultos, las peleas y el fastidio. Contra el mundo, pero hacia el mundo, ese que te cobija cuando tienes miedo. El amor infantil, el amor romántico y el amor platónico, la sexualidad, que sin ser descubierta, aparece sublimada en lo que será. Rendirse al canto femenino, rendirse a la seducción, o seducir. Ser el aparecido, el fantasma de tus sueños y encarnar el deseo. Septiembre, Octubre, 2006, la casualidad de los bordes, el escenario perfecto de la coincidencia, el cine y las canciones, más de un capítulo dedicado a la convergencia, Valparaíso, el aroma de los viajes, Viajantes, errantes o encontrados, las huellas en la arena, la cintura de tus muelles, miro tus manos y las mías para averiguar si podrían amarse (conocer a las personas por sus manos es mi secreto), recorrer tu piel giorni dell'amore la causa perfecta para que quede todo en su sitio las caricias las aproximaciones el pudor la alegría los besos. Diciembre, 2005, el desencuentro de una espera. Mirar las estrellas, sentarme en la ventana mientras esbozaba una carrera universitaria como si ella fuese una posibilidad real de algo. Algo, algo, yo no sé, determinar qué es lo que quiero hacer, me equivoqué, ¿no? la carrera intelectual no se lleva muy bien con el discurso de la eficiencia. También pensé en dejar todo.


Mi pensamiento es como una espiral permeable al tiempo, disecando la memoria en momentos eternamente configurables, y mientras viajo (soy viajante y no viajero) en el metro y todas las rutas posibles, pienso en tí, en nosotros y en todos, en el fin del mundo y los perros, los espejos, las caricias, el circo, los tigres, el viento, las playas; pienso en el tren que avanza por su izquierda, la historia de Esteban y Beatriz, mis sueños ajenos, la verdad, la vía láctea, la sala de cine. La sala está a oscuras y la proyección nos confunde con su luz, somos la sombra de la pantalla, el umbral de pertenencia. Hace frío y quisiera abrigarte con todo mi cuerpo. Hace frío y miro mis manos como de costumbre, intentando, acaso, averiguar en ellas el tacto de nuestra vida. La pantalla, hacia el fondo, desliza nuestras miradas en una inclinación que nos hace pensar en el vacío, como si fuéramos a ser tragados por el escenario.


Soy Antoine, el que ha sufrido los golpes, el que ha amado, el que corre. Mi refugio es la palabra. Soy la seducción contra la pornografía informática. Soy el velo de la críptica que se enuncia, que renuncia,


Res

Ser

Soy Antoine

Soy el verbo

Soy en tus entrañas y en tu cuerpo desnudo

Baila sin son el ritmo de las cosas / que emergen / tibias

Baila el cadalso tu memoria / baila para mí / sin mí / un poquito

Res / rez-de-chaussée / danse moi

Como si todo el mar / como si todo el mar


Me encantan las bibliotecas y librerías, las plazas públicas y los parques, los cafés y la playa. Me gusta caminar hacia el noreste, dar vueltas hacia la posibilidad. Amo subir y bajar cerros, atravesar la vegetación o el desierto. Construir y desmembrar los espacios, el tiempo. Sonrío al ver los rostros en la oscuridad, del cine, de los bares, a lo lejos. Veo hacia lo lejos y pienso en línea recta. Un tigre blanco deambula por la ciudad.



viernes, enero 29, 2010

Reflexión

Tiempo de reflexión, para pensar y dejarse pensar. Flexionar el pulso, detener el paso y sentarse a orillas del lago.

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Acabo de hacer un recorrido veloz por el registro de este sitio. Creo que es lo más cercano a un diario de vida que he llegado a escribir alguna vez. Sin duda, habrá entradas incomprensible y crípticas, pero también las hay de un lenguaje llano y proporcionado.

A veces escribo - nocturno - para luego borrar los párrafos. Pero esta noche preferí ver qué ocurría si dejaba todo tal cual iba saliendo de mis dedos. Porque la escritura proviene de los dedos, proviene de todo el cuerpo sensible, y se provee de cuanta motricidad encuentre a su paso. Por eso andar por las calles y escribir con los pasos se convirtió en una actividad fundamental. Entonces ya no es sólo mi sensibilidad, sino también la de la ciudad, convertida en cuerpo, en nave de sacrificio, templo sagrado, custodio de todas las palabras que no se han dicho, de todos los pasos que no se han dado y todas las posibilidades. Aquí y allá hemos tomado rumbos diferentes, pero no lo supimos a tiempo; y luego todo el tiempo se desarma en tu mirada, anulando la ciudad, los sacrificios y el silencio.

miércoles, enero 13, 2010

Avatar y el cine

La primera película que vi este año fue Avatar, no fui al estreno, la vi en el CineHoyts de Estación Central y en 3D.

En principio, esta entrada podría tratarse de Avatar (la última película de James Cameron) y de algunas de las lecturas que hice de ella, pero tengo la impresión de que al mencionar la película estoy haciendo trampa, usándola como señuelo para hablar de mi afición por el cine y el pop corn. Porque si Nuovo cinema Paradiso funde a fuego emocional la experiencia de hablarle al espectador, Avatar lo hace en el lenguaje de las masas y de la técnica (misma que casi arrasa a los Na'vi). No digo que sean las únicas películas que interpelen al espectador como referencia constante, ni las más audaces ni mejor logradas del cine, pero sí puede decirse que ambas han sido capaces de hacer contacto con nuestra más íntima sensibilidad a través de historias sencillas y profundamente humanas. El argumento de Avatar podría resumirse en un par de líneas, y aunque el de Nuevo Cinema Paradiso es más sofisticado, no es más complejo que la nostalgia (inducida a través de una encantadora narración).

Menciono estas dos películas porque me permiten hablar del amor por el cine; o, mejor dicho, el amor por los dos cines, porque hay dos y debemos convenir en eso si queremos entendermos. El primer cine es el de Avatar, el de la taquilla, el vaso grande de bebida y el pop corn, el de los lentes 3D, trailers y "coming soon", es el cine de la sociedad de consumo, la tecnología y el capital, es -a veces- el cine de Hollywood y de las grandes estrellas, es una industria que mueve millones de dólares y nuestra cultura popular está impregnada por todas partes de su discurso, es el "pan y circo" contemporáneo. El segundo cine es el de Méliès y el de "Nuovo Cinema Paradiso", es el cine arte de pulcros diálogos literarios, el cine de la Nouvelle vague y la experimentación artística, es el riesgo (o el suicidio cinematográfico) y la intertextualidad, es el enfrentamiento al discurso hegemónico y la crítica (y quizás la clínica a través de la que se intenta salvar a la humanidad).

Ok, en realidad hice la separación sólo para provocarte un poco. La división, sin embargo, no es invención mía y data desde los comienzos del cine (a fines del siglo XIX). Actualmente, no podría ubicar con exactitud, en este esquema, a muchas de las grandes películas de los últimos años. Pero si nos quedamos con él (al menos hasta dejar esta entrada), es sorprendente la calidad y cantidad de buenas lecturas que pueden hacerse de una película como Avatar. Paréntesis. (Quizás deba aclarar, para quienes no están acostumbrados, que una lectura no es una interpretación, no es un "lo que quiso decir..." o un "se trata de...", sino más bien una interacción película-espectador única que trae consigo una serie de marcas (textuales) que dan sentido y coherencia a la representación que el espectador se hace continuamente (es decir, la metahistoria que se va narrando a sí mismo), persistiendo aún después de acabada la proyección; aquí prefiero no continuar expandiendo el tema, pero es bueno mencionar que hacer esto no es más o menos válido que cualquier otra propuesta de sentido).

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Tras quince minutos luego de entrar en la sala de cine, una voz nos indica que ya es hora de usar los anteojos para ver el plano de la pantalla en tres dimensiones. Se apodera de nosotros el entusiasmo de la novedad y el efecto especial. Nos sumergimos en un mundo alternativo, junto a decenas de personas, pero sin ellas, sin prestarles demasiada atención. Nos hemos internado en la nave espacial del recinto privado del cine, adentro todo es oscuridad y algunas luces tenues. Comienza la película en aquel espacio exterior, a quizás cuantos años luz de distancia. Entonces nos vemos enfrentados al protagonista, Jake Sully, en un primerísimo primer plano, hablando para sí mismo, como si estuviésemos al interior de su mente, ¿somos una extensión de sus pensamientos? Su condición de lisiado nos arroja otra posibilidad: somos nosotros (o quizás sólo yo, solo entre la multitud invisible) los incapaces de levantarnos, de mover nuestras piernas para salir de la realidad virtual, anestesiados o dormidos en el sueño. Jake se inquieta porque confunde el sueño con la realidad, nuestra fantasía, percibida apenas gracias a una ilusión debida a la persistencia retiniana. Nuestra ilusión es el sueño de otra humanidad posible, pero al salir de la sala nuestra congoja será similar a la del marine que después de cada viaje comprueba el estado de su verdadero yo. Nuestro sueño es la u-topía a la que no tenemos acceso, es la imposibilidad de reconstruir la historia de la barbarie y la conquista de América. No se puede rehacer la historia, pero se puede resignificar, Hitler puede morir al interior de un cine en llamas, las llamas son de un fuego que ha abatido ciudades, pero que también es capaz de desarmar todos los discursos que creíamos construidos acerca de quienes somos y en donde estamos realmente. Y si estamos aquí, ¿dónde es ese aquí en el que coincidimos casi por azar?

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Sospecho algo interesante en la estética del cine. Mientras mantenga viva la sospecha y la duda, seguiré yendo al Normandie al pasar y al Cine Hoyts con un gran paquete de Pop Corn (salado, como me gusta).


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Por cierto, los invito a leer en el blog de tercera cultura: Avatar, un Gendankenexperiment Inconcluso

viernes, enero 01, 2010

Año nuevo

Tengo la impresión de que mi escritura a des-tiempo quedó profundamente marcada por el jazz. Escucho jazz desde que descubrí el movimiento, por decirlo de algún modo. O desde otro punto de vista: percibo la música en forma tridimensional, como figuras que me andan por el cuerpo (o fuera de él, proyectándose en el universo). ¿Y qué tiene esto que ver con el año viejo y el año nuevo? Pues que hace unos días viajaba en bus de vuelta a Santiago desde Valparaíso, pensaba en la memoria, los recuerdos, la capacidad de recordar y de pronto sentí como si estuviese en una fotografía estática que ha sido rescatada desde algún baúl del futuro, sensación abismante del tiempo. Coleccionamos memorias todo el tiempo, modificando su estructura por acomodación. El sentir del jazz me invita a imaginar la densidad del tiempo como un cuerpo que podemos atravesar líquidamente, que podemos dar un salto al escurrirnos entre los silencios (la materia oscura de nuestras vidas).

Quizás exagero o quizás es pura semántica y todo sentimos - sin palabras - lo mismo.

El recién pasado año 2009 conseguí sellar una broncínea promesa musical para comenzar a ejecutar y no sólo oir. Huir-oir del logos, he dicho antes, sin que se me entienda demasiado. Es decir que quisiera comenzar a producir (no en el sentido económico) y hacerme cuerpo de mi creación, para eso debo y he debido exponerme y aquí hay algo interesante, pues por años he intentado mantener un bajo perfil (a pesar de todo), pero aquí estoy de-scribiendo. Claro que sigo con la críptica y no podría ser de otro modo porque tu lectura (sí, la tuya) debe ser única y siempre directa al corazón de tus expectativas, quebrándolas, abordándolas, entumeciendo la piel. Me distraigo. Me expuse a la brevedad y transparencia de twitter, a ser leído en tumblr y a decir con más verdad en qué creo y por qué lo creo. Puse de mí al sinceramente con la gente que quiero, a no ser comprendido y a dejar que mis palabras se introduzcan hasta donde ustedes lo permitan.

El año viejo aprendí varias cosas. Algunas de ellas, debo decir, podrán parecer evidentes pero debo aclarar que el verdadero aprendizaje llega con la experiencia y sin ella uno puede decir mucho pero sentir muy poquito. Aprendí a escuchar más, yo escucho, es cierto, pero a veces no me detengo a darle voz a los mudos; descubrí que soy capaz de hacer muchas cosas y tener éxito en ellas, hacerlas bien y no rendirme, pero también aprendí la importancia de tomarse un descanso a veces y de no llevarse todo el peso de las circunstancias. Es cierto que siempre he sido un poco hiperkinético pero el año pasado, en particular, sentí en varias ocasiones que no me la podía, que me había cansado, dejé que me consumiera el compromiso y el hambre (de aprendizaje, actividades, herramientas) y no me permití espacios para la distensión; tarde entendí que debía cambiar algunas cosas, tarde porque mi cuerpo me lo reveló con más fuerza que mi conciencia, tarde porque dejé de comunicarme correctamente con el cuerpo, dejé de hacer ejercicio, dejé de moverme en la fluidez y las cosas se hicieron rígidas. Pero aprendí a controlar aquel hambre, que es ansiedad y prisa hasta el punto de la indiferencia, a partir de ahí comencé a moverme hacia el equilibrio. Aprendí a recordar el que soy (o el que creo que soy). Descubrí el terreno político inexplorado en mí, no me refiero a la política filosófica, sino a la praxis, a la actitud política y la importancia de esta fuerza o habilidad para llevar a cabo proyectos y mover ideas.

(Esto sigue borrador constante)