martes, febrero 17, 2009

SQP

LEX

Sálvese quien pueda de la persistencia ideológica implícita en los medios de comunicación masiva. La absoluta falta de contenido del programa aludido no me incomoda tanto más que lo dicho sin decir que le corresponda, y es que en él abundan largas sentencias carentes de coherencia, la mayor de la veces, y aún de significado. El peligro está en lo que no se dice, pero que se muestra sin escrúpulos: la ventilación constante de las vísceras del otro, como una perversidad (porque no podemos llamarla de otro modo) aceptable (de a poco nos introducen en una moral del consumo: si se vende es bueno, moralmente hablando). Peligro, porque sin contenido queda expuesta la superficie, y en esta inversión del cuerpo reside la perversión que entiende y da crédito al éxito de la imagen, pasando por encima del prestigio o vida privada de unos y sobrestimando a otros por situaciones intrascendentes. Peligro, porque también nosotros damos crédito a su relato; aunque reaccionemos a este tipo de televisión con la indiferencia de cambiar de canal, no somos ajenos al exitismo generalizado de nuestro país, que se aferra a los ideales de la imagen, de la apariencia (aparentar trabajar al "sacar la vuelta", aparentar un estatus social, aparentar equis condición), que nos invita, cotidianamente a hacer menos, pero mostrar más. Y de la mano con esto, experimentamos, a nivel de jerarquía social, el intenso quehacer de la "filosofía del liderazgo" propuesta como una ideología del éxito, abudante en estos días. Desde aquí (d)enuncio: si así son las cosas, prefiero ser un hombre del montón original, que un líder del éxito.

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