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sábado, mayo 15, 2010

Mayo catorce

si me ves bajo la lluvia

detenido

interrogando a las nubes

o tomando rutas

aleatorias


si me ves

oscurecer por un instante

ante la espía

de los edificios


si me ves bajo la lluvia

bermellón

que enciende mis mejillas

y prefiero

los vahos suspendidos

de un café

a un cine rotundo

y húmedo


acerca el cristal

de tu sonrisa

y aguarda el silencio

acelerado

de la nata fragancia


me verás

escrutando las calles

anegadas

de un color como la hierba


y entornaré los ojos riendo

al pensar en las hojas de otoño

jugando con los dedos

en alguna cabaña

perdida

hasta que todas las lunas

reflejen el mutismo

de los pinos


y entonces

verás mis ojos empapados

de una fuerza corrosiva


sábado, diciembre 12, 2009

Temporis

Escribir desde la sombra, a orillas del tiempo fugitivo.

Sentados, en el banco de una plaza, te digo que así funciona esto, y nada más; conciencia Zen. Imagina que, de pronto, despiertas. Es decir que tienes la misma sensación que al despertar, pero justo antes de darte cuenta, un silencio corporal, pero no es un silencio, precisamente, y tampoco es sólo eso. Es el espacio de tiempo de una calma furiosa, de un temple enorme que se pasea por delante y que somos incapaces de asir; él, en cambio, nos atrapa, sin conciencia ni significado. Es una huella que identificamos con el sentido, es el mar cuando te paras sobre el extremo del muelle y cierras los ojos y el viento baila en tus entrañas, tus cabellos se mecen en armónica desfiguración.

Va y viene en una cadencia irresuelta. No hay, sino, una disolución, te digo, que nos desarma para oir desde nuestra fragmentación.

El gorjeo de las pequeñas aves nos trae, distrae y atrae hacia el despejado cielo azul. Al levantarnos me pregunto por los instantes infinitos de la escritura inscrita en nuestros cuerpos.