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domingo, septiembre 11, 2011

Hegemonía cultural

“En un mundo regido por la ley del más fuerte, como es el mundo en el que el capitalismo nos obliga a vivir hasta ahora, es previsible que aquello que circula con carácter de universalidad no sea una distinción acordada sino la expresión de una particularidad. El actual proceso de globalización, sin ir más lejos, no es un proceso de universalización, como a menudo se nos quiere hacer creer, sino que es el proceso de la extensión por la fuerza (la del dinero o de las armas, lo mismo da) de una particularidad, la del capitalismo internacional, y del tipo de sociedad y del tipo de política y del tipo de cultura que con él se asocian.”

Postcolonialidad y nación (fragmento), G. Rojo, A. Salomone, C. Zapata


Manifestarse contra aquella hegemonía debe ser un imperativo moral en la construcción de una sociedad humana más justa.


viernes, abril 01, 2011

CNTV

Hace algunos días, cuanto planteé mi malestar por la forma en que los medios se aprovechaban de las telúricas circunstancias (el terremoto en Japón y nuestros miedos más recientes), levantando una campaña de terror y espectáculo unidos, también le escribí al Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Esto es lo que me respondieron:


El reclamo que usted ha enviado ha sido respondido:

Primeramente le agradecemos por el tiempo y preocupación que ha dedicado en hacernos llegar su opinión. Valoramos que lo haga, porque sólo de esa manera podemos tener de primera fuente una percepción del público.

Respecto de lo que señala, sin perjuicio de la relevancia que pueda tener lo que usted nos advierte, esto, escapa de las facultades de esta institución y no vulnera ninguna normativa. Además, en temas que no representan un potencial conflicto con el marco legal, el CNTV está impedido de intervenir en la programación.

Por otra parte, sus comentarios se relacionan con un tema de calidad que coincide con expresiones recogidas a través de diversas líneas de investigación de nuestra institución, por lo mismo representan un valioso aporte para nuestra función.

Sin embargo, aun cuando tendremos en cuenta su opinión en término de aporte a nuestra línea de estudios, no prosperará formalmente en un tramitación.

Agradeciendo su interés en cooperar por una televisión de mejor calidad, saluda cordialmente,

Germán Mansilla
Departamento de Supervisión
CNTV




martes, octubre 12, 2010

12 de Octubre

Día de la raza o día del descubrimiento de dos mundos o día de olvidar 500 años de explotación. El rescate de los mineros desborda las pantallas y se convierte en tema obligado, la náusea que nos provoca su marketing (gubernamental) no es suficiente, seguiremos siendo abúlicos lectores de su espectáculo. La mediatización se hace negocio y se cierra el círculo productivo de la desgracia ajena.

domingo, octubre 03, 2010

Reflexión

Las personas tienden (pero hay que decir “tendemos”) a complicarse la vida, acostumbrados a una mímesis de larga data, de un teatro particular, imitación de lo imitado, exageración de los rasgos y la actitud; por eso los dioses, creados a imagen y semejanza nuestra, convertidos en el pulso de la historia, poseen el estatus de referencia, o de marca, dicho de otro modo. Esta virtualidad real, más bien proyecto que proyección, incuba la posibilidad de todas las causas, un punto Aleph susurrándonos, desde ninguna parte, que en esa complicación estriba nuestra capacidad de ser.

miércoles, enero 13, 2010

Avatar y el cine

La primera película que vi este año fue Avatar, no fui al estreno, la vi en el CineHoyts de Estación Central y en 3D.

En principio, esta entrada podría tratarse de Avatar (la última película de James Cameron) y de algunas de las lecturas que hice de ella, pero tengo la impresión de que al mencionar la película estoy haciendo trampa, usándola como señuelo para hablar de mi afición por el cine y el pop corn. Porque si Nuovo cinema Paradiso funde a fuego emocional la experiencia de hablarle al espectador, Avatar lo hace en el lenguaje de las masas y de la técnica (misma que casi arrasa a los Na'vi). No digo que sean las únicas películas que interpelen al espectador como referencia constante, ni las más audaces ni mejor logradas del cine, pero sí puede decirse que ambas han sido capaces de hacer contacto con nuestra más íntima sensibilidad a través de historias sencillas y profundamente humanas. El argumento de Avatar podría resumirse en un par de líneas, y aunque el de Nuevo Cinema Paradiso es más sofisticado, no es más complejo que la nostalgia (inducida a través de una encantadora narración).

Menciono estas dos películas porque me permiten hablar del amor por el cine; o, mejor dicho, el amor por los dos cines, porque hay dos y debemos convenir en eso si queremos entendermos. El primer cine es el de Avatar, el de la taquilla, el vaso grande de bebida y el pop corn, el de los lentes 3D, trailers y "coming soon", es el cine de la sociedad de consumo, la tecnología y el capital, es -a veces- el cine de Hollywood y de las grandes estrellas, es una industria que mueve millones de dólares y nuestra cultura popular está impregnada por todas partes de su discurso, es el "pan y circo" contemporáneo. El segundo cine es el de Méliès y el de "Nuovo Cinema Paradiso", es el cine arte de pulcros diálogos literarios, el cine de la Nouvelle vague y la experimentación artística, es el riesgo (o el suicidio cinematográfico) y la intertextualidad, es el enfrentamiento al discurso hegemónico y la crítica (y quizás la clínica a través de la que se intenta salvar a la humanidad).

Ok, en realidad hice la separación sólo para provocarte un poco. La división, sin embargo, no es invención mía y data desde los comienzos del cine (a fines del siglo XIX). Actualmente, no podría ubicar con exactitud, en este esquema, a muchas de las grandes películas de los últimos años. Pero si nos quedamos con él (al menos hasta dejar esta entrada), es sorprendente la calidad y cantidad de buenas lecturas que pueden hacerse de una película como Avatar. Paréntesis. (Quizás deba aclarar, para quienes no están acostumbrados, que una lectura no es una interpretación, no es un "lo que quiso decir..." o un "se trata de...", sino más bien una interacción película-espectador única que trae consigo una serie de marcas (textuales) que dan sentido y coherencia a la representación que el espectador se hace continuamente (es decir, la metahistoria que se va narrando a sí mismo), persistiendo aún después de acabada la proyección; aquí prefiero no continuar expandiendo el tema, pero es bueno mencionar que hacer esto no es más o menos válido que cualquier otra propuesta de sentido).

***



Tras quince minutos luego de entrar en la sala de cine, una voz nos indica que ya es hora de usar los anteojos para ver el plano de la pantalla en tres dimensiones. Se apodera de nosotros el entusiasmo de la novedad y el efecto especial. Nos sumergimos en un mundo alternativo, junto a decenas de personas, pero sin ellas, sin prestarles demasiada atención. Nos hemos internado en la nave espacial del recinto privado del cine, adentro todo es oscuridad y algunas luces tenues. Comienza la película en aquel espacio exterior, a quizás cuantos años luz de distancia. Entonces nos vemos enfrentados al protagonista, Jake Sully, en un primerísimo primer plano, hablando para sí mismo, como si estuviésemos al interior de su mente, ¿somos una extensión de sus pensamientos? Su condición de lisiado nos arroja otra posibilidad: somos nosotros (o quizás sólo yo, solo entre la multitud invisible) los incapaces de levantarnos, de mover nuestras piernas para salir de la realidad virtual, anestesiados o dormidos en el sueño. Jake se inquieta porque confunde el sueño con la realidad, nuestra fantasía, percibida apenas gracias a una ilusión debida a la persistencia retiniana. Nuestra ilusión es el sueño de otra humanidad posible, pero al salir de la sala nuestra congoja será similar a la del marine que después de cada viaje comprueba el estado de su verdadero yo. Nuestro sueño es la u-topía a la que no tenemos acceso, es la imposibilidad de reconstruir la historia de la barbarie y la conquista de América. No se puede rehacer la historia, pero se puede resignificar, Hitler puede morir al interior de un cine en llamas, las llamas son de un fuego que ha abatido ciudades, pero que también es capaz de desarmar todos los discursos que creíamos construidos acerca de quienes somos y en donde estamos realmente. Y si estamos aquí, ¿dónde es ese aquí en el que coincidimos casi por azar?

***

Sospecho algo interesante en la estética del cine. Mientras mantenga viva la sospecha y la duda, seguiré yendo al Normandie al pasar y al Cine Hoyts con un gran paquete de Pop Corn (salado, como me gusta).


***

Por cierto, los invito a leer en el blog de tercera cultura: Avatar, un Gendankenexperiment Inconcluso

sábado, septiembre 05, 2009

Foro de educación


Quedan todos invitados al próximo foro de discusión "Educación de mercado: calidad, competencia y modelo" que se realizará el miércoles 9 de septiembre, a las 12 horas, en la facultad de ciencias físicas y matemáticas de la Universidad de Chile.

miércoles, junio 03, 2009

La riqueza de las naciones y la pobreza del hombre

El título de esta entrada es más pomposo de lo que en realidad quisiera, pero ya está. A continuación presento un extracto de la popular obra de Adam Smith conocida como "La riqueza de las naciones", se trata del capítulo V: Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda. Mi intención es hacer una posterior reflexión, pero ojalá hicieran su tanto antes de leer la mía.

Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida. Pero una vez establecida la división del trabajo, es sólo una parte muy pequeña de las mismas la que se puede procurar con el esfuerzo personal. La mayor parte de ellas se conseguirán mediante el trabajo de otras personas, y será rico o pobre, de acuerdo con la cantidad de trabajo ajeno de que pueda disponer o se halle en condiciones de adquirir. En consecuencia, el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no piense usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda dispo­ner por mediación suya. El trabajo, por consiguiente, es la medida real del valor en cambio de toda clase de bienes.

El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone. Lo que realmente vale para el que ya la ha adquirido y desea disponer de ella, o cambiarla por otros bienes, son las penas y fatigas de que lo libraran, y que podrá imponer a otros individuos.



Ahora bien, Adam Smith afirma, en este capítulo, que establecida la división del trabajo, sólo una pequeña parte de la riqueza puede obtenerse con el trabajo personal y que la mayor parte habrá de conseguirse con el de otros. Es decir, en el valor de cambio de un bien, se encuentra contenido – en forma sintética – el trabajo (propio o ajeno) de uno o varios hombres. El trabajo, entonces, como medida del valor de cambio, representa un esfuerzo por adquirir un determinado bien (“las penas y fatigas que su adquisición supone”) que algunos realizarán y del que otros se librarán en las transacciones del mercado.

Esto quiere decir, interpretando el orden divino de la distribución en Smith, que existe una disposición natural a la apropiación del trabajo de otros, que se legitima en la sociedad organizada. Pero en las actuales sociedades se trata, más bien, de legi-timar(1) y hacer del engaño una regla, cuya persistencia en nuestra sociedad ha dado nuevos nombres a la esclavitud (subcontratación, oportunidad de empleo, competencia), transformándose en un saqueo sistemático del trabajo del hombre, que con razón debiera pertenecerle íntegramente a sí mismo, en su individualidad. Nuestra primera responsabilidad como seres humanos es reconocer la violencia solapada que padecen (y padecemos) millones de personas en todo el mundo al ver su (nuestro) trabajo en manos de una sustantiva minoría, diluyéndose así uno de los más grandes dispensadores de sentido de la existencia humana en aquellos que el mercado proconfigura para todos nosotros.


(1) Timar.
1. tr. Quitar o hurtar con engaño.
2. tr. Engañar a alguien con promesas o esperanzas.
(Diccionario de la RAE)