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sábado, septiembre 10, 2011

10 años

Comparto un fragmento de mis privadas anotaciones diarias, así que, sea la aclaración, las reflexiones van en una dirección muy personal, buscando más bien el registro y las narraciones propias:

Sábado 10 de septiembre

Ayer se dijo públicamente que se identificaron los restos de Felipe Camiroaga. Se encuentran restos, fragmentos, porque el total se pierde como cualquier totalidad que así se defina. Los numerosos reportajes y notas que se le han dedicado muestran el profundo impacto que tuvo y sigue teniendo en la vida de chilenos y chilenas. Cuando nos enfrentamos a las imágenes hay que tener cuidado, sin embargo. La nuda sensibilidad no es lo mismo que la pornografía del cuerpo, de los cuerpos. Cuando intento despejar lo que verdaderamente siento al respecto, rescato una pena real, que siendo así, prefiero vaciarla en otras mutilaciones, también reales, crudas y fugaces. Porque todos somos vulnerables -recuerda que has de morir- pero algunos han sido históricamente más vulnerables que otros, sin dedicatorias ni recuerdo, algunos incluso borrados de la cultura, olvidados.

Los olvidados son, por supuesto, reconocidos por quienes defienden las ideas humanas (y no necesariamente humanistas) de libertad y dignidad. Sin embargo, para una inmensa mayoría, los olvidados no tienen rostro. El epíteto es una contradicción, naturalmente, que busca articular una forma de pensar(los).

Hace diez años, nadie esperaba que dos aviones se estrellaran contra las Twin Towers, al día siguiente. Hace diez años era difícil imaginar las transformaciones que han tenido lugar en esta década, y sería una vana tarea describir aquellas que a me interesan a mí. Hace diez años yo creía en el futuro como se puede creer en las montañas o en un día de lluvia, es decir, realidades inmutables cuya materia se cree conocer porque se les ha visto desde lejos o en el pasado, pero que sorprenden (o me sorprenden) en su poderosa vitalidad. La realidad supera las ficciones de la historia. Hace diez años, los espejismos del mundo se debilitaron a fuerza de preguntas. ¿Qué valor adicional tenían las vidas de las víctimas del atentado por sobre la de los olvidados, que hacía a unos merecedores de respeto, a quienes dedicamos el silencio, y a otros convertía en silenciados?

Seguimos derramando silencios en las fracturas de la historia, en cuyos senderos sumergidos van a morir las preguntas.

miércoles, febrero 02, 2011

Exposiciones

Mirarse desde fuera es una tarea compleja, o imposible, quizás. Pero podemos acercarnos a ello. ¿Para qué? Para mantener el trabajo (interior) como una constante de vida, junto a la reflexión conciente. Demos por descontado que tenemos puntos ciegos respecto de nuestra propia imagen, somos incapaces de ver en cierta dirección externa, mientras los demás podrán ver sin dificultad aquella expresión. Es así, o se configura así en nuestro desarrollo, porque necesitamos tenernos como una pieza tangible, completa y compacta, nos casamos con una idea de nosotros mismos y si no somos flexibles nos quedamos para siempre en ese estado.

Por eso prefiero no juzgar (moralmente hablando) a quien actúa en relación a lo que siente que es, a lo que cree que es. Considero un poco más noble y con mayor sentido para mí, juzgar, criticar y analizar los actos vivos de las personas, ellos son aislables, pertenecen a un contexto muy definido y nos dan la libertad de diferenciarlos del individuo.

Es probable que escriba esto a modo de justificación. No antes ustedes (lo dudo, por la mínima cantidad de lectores que me visitan), sino ante mí mismo.

Toda la exposición - pornográfica - que hacemos de nuestras vidas no me parece, en absoluto, repudiable, la considero más que un simple fenómeno de interés y de eso se puede escribir y hablar tanto como quieran. Bajo observación evidente y mi propia experiencia, uno de los efectos claros es que nos volvemos más preocupados de la imagen que proyectamos, predominando una aspecto de forma más que de fondo (no me sorprende la técnica y pulcritud del diseño personal de todas aquellas ventanas virtuales).

No niego las bondades de la fantástica hiperconexión de la que nos hemos visto provistos de pronto (aunque no todos, con toda la incomodidad que eso deba generar), admiro la facilidad con la que nuestra mundo propio se convierte en el mundo de los demás, consiguiendo un tejido polifónico rico en vivencias diversas y experiencias a las que, de otro modo, sería imposible acceder (sin olvidar que en ese acto mágico estamos marginando y silenciando otras voces). Pero también advierto dos peligros:

1. Preocupados de la proyección, ya holográfica y artifical, que damos de nosotros a los demás, dejamos de observarnos realmente, dando lugar a la confusión entre dos seres diferentes. Esto no puede generar otra cosa que contradicción, porque si no se entiende racionalmente este fenómeno, nuestr sensibilidad se reciente al percibir las enormes brechas entre aquel personaje que ríe en la foto y ese otro que es el cotidiano, el real. Más aún, podemos caer en el juego de perseguir a ese otro, buscándolo como si fuera un yo perdido, más real que el que llevamos día a día.

2. Otra posibilidad es que, invadidos por esa sensación, no queramos tener nada que ver con las redes sociales, ni con el acicalamiento de nuestra imagen. Pero no podemos obviar su existencia, el asunto de la imagen tampoco terminará en tal cruzada anti-social. Lo peor de esta tentativa es creer que hay que dejar de exponerse. Nada más lejos de lo que estoy diciendo. Sin la exposición, rápidamente se acabaría el arte, la ciencia y la reflexión crítica.

La palabra peligro es, intencionalmente, lo que mejor describe estas consecuencias. Me interesa, profundamente, que nuestra exposición no se contamine del ego exagerado y que nuestra vida no se quede en el artificio de un yo fantasma.

domingo, octubre 03, 2010

Reflexión

Las personas tienden (pero hay que decir “tendemos”) a complicarse la vida, acostumbrados a una mímesis de larga data, de un teatro particular, imitación de lo imitado, exageración de los rasgos y la actitud; por eso los dioses, creados a imagen y semejanza nuestra, convertidos en el pulso de la historia, poseen el estatus de referencia, o de marca, dicho de otro modo. Esta virtualidad real, más bien proyecto que proyección, incuba la posibilidad de todas las causas, un punto Aleph susurrándonos, desde ninguna parte, que en esa complicación estriba nuestra capacidad de ser.

domingo, abril 18, 2010

Vocación

Ten a Ítaca fija ante la mente.

Llegar allí es tu Vocación. No debes,

sin embargo, forzar la travesía.


- K. Kavafis

sábado, diciembre 05, 2009

Choose

Trainspotting. Me encanta esta película. La secuencia de inicio es una las más preciosas obras en las que la literatura y el séptimo arte entran en una mágica coordinación de los sentidos; es aquello a lo que cualquiera de nosotros aspiraría sentir frente a la pantalla-libro de nuestras propias ficciones.





Choose Life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, choose washing machines, cars, compact disc players and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol, and dental insurance. Choose fixed interest mortgage repayments. Choose a starter home. Choose your friends. Choose leisurewear and matching luggage. Choose a three-piece suit on hire purchase in a range of fucking fabrics. Choose DIY and wondering who the fuck you are on Sunday morning. Choose sitting on that couch watching mind-numbing, spirit-crushing game shows, stuffing fucking junk food into your mouth. Choose rotting away at the end of it all, pissing your last in a miserable home, nothing more than an embarrassment to the selfish, fucked up brats you spawned to replace yourselves. Choose your future. Choose life… But why would I want to do a thing like that? I chose not to choose life. I chose somethin’ else. And the reasons? There are no reasons. Who needs reasons when you’ve got heroin?


viernes, septiembre 18, 2009