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jueves, diciembre 31, 2009

Año viejo

Me parece complejo y absolutamente descalcificante escribir en un blog como éste y al mismo tiempo escribir cuento y poesía, quiero decir que el trabajo lento, silencioso y subterráneo de una escritura es completamente distinto de la otra. Pero ya que estoy aquí, frente al teclado (tac-tic-tac, como un reloj que avanza en sentido contrario) y la fascinación de simplemente hacerlo me impulsa a escribir. Me gustaría hablar del año viejo que se va, deja sus ropas, guarda los calcetines y olvida el velo de sus costumbres; me gustaría hablar de la pasión y el sufrimiento de este año, de los sueños, las metas, los momentos kodak, exámenes, controles, amigos, carretes, divagaciones, música y ambiciones. A veces, mientras doy vueltas por la ciudad, comienzo a condensar imágenes y retórica, prosa-prosa-prosa y pienso en qué tipo de cosas me gustaría decir por acá y qué cosas no, pero deshago el tiempo sin hacerlo y prefiero dormir un rato, leer, ver películas, ver a la bella señorita del espejo inquebrantable, dar pasos de casualidad e invocar la provocación en los estudiantes del preu. El año viejo tiene (interrupción real: me llaman para una clase particular) muchas cosas interesantes pero puesto que voy saliendo a Valparaíso en unos momentos, me queda todo por decir. Intentaré reconstruir esto cuando vuelva, así que, por ahora, será un borrador (entre nosotros, claro).

martes, noviembre 24, 2009


Amanecer.

Soñé toda la historia de nuevo, pero me es imposible la articulación semántica. Es siempre la mismo pero los colores cambian. Acá, en cambio, al despertar los colores son siempre los mismos y, sólo después de la obturación, recordamos que nada será igual.

Me gusta atravesar la ciudad desde los cristales, en el asiento trasero y, más tarde, sentado a la mesa, confiar en el café, las palabras brotando de tus labios y sí, sí, asentir, entornar los ojos en el último sorbo; me gusta como me miras interrogando el silencio. Me gusta dar vueltas por esta ciudad. "Desde que nacimos peatones regulares a la vía pública - escribió Lihn - nos concentramos en el Café y ahí nos descentramos del Ahumada que hierve de gente a mediodía", miro (y me reflejo en) la vitrina de la librería chilena, avanzo hasta la iglesia de San Francisco, cruzo hacia el norte de nuevo, hacia el Parque Forestal, donde la arboleda ocultará los signos de la memoria y la palabra y leeré ese otro Bonsai que somos, mínimos, terribles, despiertos.