miércoles, noviembre 25, 2009

Velo

Dioscuros. Gemini. La moneda da vueltas en torno a su eje antes de caer. Silencio. El oro choca contra el suelo. El mago, sentado en posición de loto, deja caer un velo sobre el resultado.

Si sale cara: nos quedamos acá, entramos a un bar, pedimos un par de cervezas y reimos descreemos los límites lanzamos miradas furtivas a los demás ah, pero cómo no disfrutar esta canción. Si sale sello… bueno, si sale sello, dejemos que el primer perro que pase por aquí decida.

martes, noviembre 24, 2009


Amanecer.

Soñé toda la historia de nuevo, pero me es imposible la articulación semántica. Es siempre la mismo pero los colores cambian. Acá, en cambio, al despertar los colores son siempre los mismos y, sólo después de la obturación, recordamos que nada será igual.

Me gusta atravesar la ciudad desde los cristales, en el asiento trasero y, más tarde, sentado a la mesa, confiar en el café, las palabras brotando de tus labios y sí, sí, asentir, entornar los ojos en el último sorbo; me gusta como me miras interrogando el silencio. Me gusta dar vueltas por esta ciudad. "Desde que nacimos peatones regulares a la vía pública - escribió Lihn - nos concentramos en el Café y ahí nos descentramos del Ahumada que hierve de gente a mediodía", miro (y me reflejo en) la vitrina de la librería chilena, avanzo hasta la iglesia de San Francisco, cruzo hacia el norte de nuevo, hacia el Parque Forestal, donde la arboleda ocultará los signos de la memoria y la palabra y leeré ese otro Bonsai que somos, mínimos, terribles, despiertos.


lunes, noviembre 09, 2009

Novedades

Actualmente me encuentro experimentando con un nuevo sitio en TUMBLR:

AULALEX

En él pretendo dedicar el espacio sólo a la escritura, a la literatura, en un formato que me ha parecido atractivo e informal. A su vez, publicaré fragmentos de una historia que he elaborado a medias (más abajo también copypasteada), poemas, fotografías y citas interesantes.

El ojo de Asterión

(...)

Viajó durante sies días y seis noches. El séptimo día encontró la costilla del último hombre y desde ella hizo emerger la ciudad; brotaron del suelo los jardines y las aves migraron hasta sus puertos, se alzaron las banderas y se repletaron las bibliotecas subterráneas. Cuando esto hubo acabado, purificó su propio cuerpo y lo convirtió en palabra. A este lugar han venido a llegar los hombres que sueñan una extensa escalera de piedra que serpentea hasta la cima del monte custodiado por dos terribles colosos.

(...)