miércoles, mayo 24, 2006

Umbral pertinente (o "La puerta de la cocina quedó medio abierta")

- ¡Eso sí que no! No vengas a mi casa con tus risas. ¡Qué no entren tus botas! ¡Qué no entre tu aliento! No dejaré que tu mueca se quede en mis contradicciones. No habitarán tus palabras en mi silencio. Vete, vete. ¡Vete!... Pero vuelve.

Tus manos heladas en mi mejilla, mi mejilla en tu hombro, tu hombro temblando. Se remece la tierra: temblor grado cinco.

- ¿oíste? - dijo ella, dejando caer su cuerpo, junto a sus pretensiones, en el sillón.

- Sí, y aún. - dijo él, parapetándose tras la puerta que ahora cerraba con cuidado.


El orgullo recostado a la derecha, la culpa a la izquierda. No se miran, se tocan. Mañana será otro día, ella volverá a cargar la misma cruz, el odiará ser la balanza de justa medida.

No hay comentarios.: