jueves, marzo 16, 2006

Algo razonable

Reducción del contorno; apelando al significado mismo.

Me encuentro en medio de una danza colectiva, todos vociferan la canción del peligro, me piden que pronuncie el discurso gutural. Luego el silencio. La roca como un sendero olvidado, como un artificio, como un pedestal tenebroso que habita en nuestras mentes desde que tenemos uso de la conciencia, un silencio dormido por años que asciende con mis pies. Y los pies que son los otros; sentado a la cabeza de mis propios deseos. Calma. Pero el frío. Ya todas las antorchas han sido enterradas para bien nuestro.

Las frases que colapsan ante el sentido. Los mismos gestos que se repiten con delicadeza, las miradas atravesadas por el siniestro secreto, los pies buscando pies, las manos buscando manos, don't touch. El abrupto ocaso de las ideas. La sonrisa descarada no oculta tus lágrimas. Prefiero los micro-mundos acotados; atar los conceptos con una soga, decidir su fortuna. Intersección de planteles modalizadores de nuestro pensar a través del actuar (y no al contrario), la conceptualización necesaria para operar en ellos. El frío duele. Las palabras duelen. Los oídos piden a las manos el silencio. El silencio desprende consideraciones. Las consideraciones prescinden de cada parte. Hacemos un poco de cada cosa en dirección al punto fijo (concepto indecidible, por lo demás). A veces sólo quisiera correr.

Las palabras no se dejan esperar por los signos pre-establecidos. Los signos se convierten en dioses figurativos, y cada cual con su propio método. Los hombres danzan en compañía, vociferan, sostienen antorchas sobre el hombro (iluminando orgullos). El Golem ha sido invocado por los señores antiguos (ellos, a los pies de la montaña esperan que baje el Zoroastro). El fulgor de los niños en el pueblo (ellos, a la espera de los temores nocturnos). El recurso sistemático, un pequeño artefacto que libera consecuencias al Universo donde se hace verdadero el juego. La danza es el desenfreno de nuestras actitudes. Nuestras actitudes como racionalizadores de un deseo, la pulsión de crueldad. Los cielos se abren para los observadores solitarios. El destino es una paradoja intencional. La ciudad-pulsión edificada espera letras conservadoras. La danza, una orgía dramática. El drama es un causal de lo que queremos. Somos culpables: hemos removido el sello de nuestras frentes y nos quedamos pasmados, a la espera. El frío duele cuando eres observado. Te paseas por entre los hombre-fuego (génesis de toda sobervia humana), adoradores del vino (la sangre). Uno de ellos te mira, abatido cae sobre su propia sombra. Silencio. Observan con cuidado cada uno de tus movimientos hasta llegar a la roca, tocas el suelo primitivo e invocas por vez primera. Subes, no sin descubrir un pequeño misterio. El frío duele. Don't touch.

2 comentarios:

Totis dijo...

Es tan razonable que ni el frio ni mi propia natura me ayudan a comprender.

Un agrado siempre leerte.

Anónimo dijo...

El hombre nececita lo peor que hay en el para sacar lo mejor que existe de el =P

nose que tiene que ver...solo me acorde de eso...

Saludos ninio...no te consoco mucho..nose quen eres...y no se qyue escribir
peor bueno..algun dia vendra

=)